martes, 29 de abril de 2014


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jueves, 24 de abril de 2014

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lunes, 14 de abril de 2014

Plutón y sus océanos interiores.


Plutón tendría oceanos interiores y fallas tectónicas0 En julio de 2015 podremos echarle un vistazo al planeta enano Plutón, otrora considerado uno más de los planetas del sistema solar, un hecho que tiene a los científicos haciendo hipótesis sobre los nuevos hallazgos que se vienen y podrían cambiar la visión que teníamos hasta ahora sobre el lejano objeto transneptuniano. Una de las ideas que tiene mejor aceptación es que la colisión que ayudó a formar a Plutón y su satélite mayor, Caronte, calentó el interior del planeta enano lo suficiente como para albergar un océano interior líquido, lo que también le otorgaría al pequeño mundo un sistema de placas tectónicas como el de la Tierra. “Predecimos que cuando New Horizons arribe a su destino, verá evidencia de un ‘tectonismo’ ancestral”, dijo Amy Barr, de la Universidad de Brown, quien junto a Geoffrey Collins ha publicado un nuevo artículo en la revista astronómica Icarus. Y por “ancestral”, Barr se estaría refiriendo al primer billón de años de la historia de nuestro sistema solar. ¿Antifreeze? Barr y Collins modelaron un sistema de Plutón-Caronte basado en la noción que la colisión inicial entre los dos cuerpos generó el calor suficiente para calentar y derretir el interior de Plutón, creando así un océano que ha sobrevivido bajo una corteza de hielo. “Una vez que el océano se ha creado en un cuerpo congelado, es difícil que desaparezca”, dijo Barr. Eso se debe a que la mayoría del océano se congela mientras que las porciones restantes de líquido se nutren con sales y amoníaco —lo cual actúa como anticongelante. Lo que viene después, es que dicha masa de agua es la responsable por la formación de placas tectónicas en la superficie del planeta. “Una de las cosas que sabemos es que el impulso angular se conservará a medida que el sistema evoluciona”, aclara Barr. Con este hecho en mente, los científicos simularon escenarios sobre la órbita de Caronte posterior a la colisión, dado que nadie sabe cuándo se formó este satélite. Luego en cada escenario observaron cómo la órbita de Caronte gradualmente migraba afuera —igual que cómo llegó la Luna a su posición respecto de la Tierra. Cuando Plutón y Caronte estaban más cerca y aún calientes, ejercían mayor presión uno sobre el otro, teniendo en consecuencia forma de huevo. Pero cuando Caronte se alejó, Plutón se volvió esférico. Para lograr este cambio de forma, la superficie tuvo necesariamente que romperse y crear fallas tectónicas. Pero… ¿logrará la sonda New Horizons ver estas fallas? Según Jeffrey Moore, líder del equipo de imágenes geológicas y geofísicas de la misión de la NASA, será muy probable. “De hecho, nos sorprendería no ver ninguna evidencia de tectonismo”, dijo Moore. La misión destinada a explorar Plutón y sus satélites, está equipada para proporcionarnos vistas mejores a los 100 metros por pixel en algunos lugares, por lo que las oportunidades de observar las singulares características mencionadas serán más que favorables.



El otro sepulcro de Jesús
Crónica de un viaje a Jerusalén

Desde el siglo IV se erige en la Ciudad Vieja de Jerusalén la iglesia del Santo Sepulcro, el lugar donde, supuestamente, fue ajusticiado y enterrado Jesús de Nazareth. No muy lejos de allí, sin embargo existe un sepulcro apócrifo. Es frecuentado por protestantes y curiosos que siguiendo antiguas tradiciones aseguran que allí se hallaba el jardín de José de Arimatea, el Calvario y el sepulcro de Jesús. Te proporcionamos todas las claves.

Texto y fotos: Josep Guijarro
 abril 2010  0 Comentarios
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C
omo un peregrino más me interné en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, ascendí por las escaleras hasta el martyrion de la basílica que es donde, supuestamente, se situaba el Gólgota y, después, seguí al gentío hasta el centro del anastasis donde, según la tradición, fue sepultado Jesús y resucitó al tercer día. Los fieles guardaban su turno en una inmensa cola para permanecer poco menos de un minuto en el interior. Un sacerdote ortodoxo con cara de pocos amigos chasqueaba los dedos para dar a entrada a un nuevo grupo y después los extendía en la cantidad de personas que podía entrar. Todo ello sin articular palabra. Mientras esperaba tanda, mi vista recorrió la elaborada estructura que contiene el Santo Sepulcro, en el centro de una rotonda de 18 columnas que sostienen un ornamentado techo en forma de cúpula. De repente, unos rezos llamaron mi atención. Provenían de la parte posterior a la entrada del Sepulcro. Allí, oraban de pie cuatro miembros de la iglesia jacobita o siríaca, despojados de su capilla a causa de un incendio en 1810. Mi curiosidad iba en aumento así que desenfundé mi linterna y me introduje por la puerta de la capilla oscura que quedaba a sus espaldas. Las paredes estaban ennegrecidas, aun así colgaba de una de ellas una pintura bizantina sumamente dañada. Después apunté a una de las esquinas y distinguí una pequeña apertura. Sin pensarlo me introduje en ella y adiviné al fondo dos orificios destinados a soportar urnas funerarias. Como pude enfoqué la cámara y disparé. El flash rompió la oscuridad del sepulcro tipo kokhim, conocido popularmente como la tumba de José de Arimatea y atrajo la atención de mi guía en Israel, Arie Belinko, un judío de origen argentino que me invitó a salir. Sin meditarlo me espetó: “¿te convence?”
Dudé. Miré a mi alrededor y, antes de que pudiera articular respuesta alguna, Arie intervino de nuevo; “este ambiente contrasta con la paz del otro sepulcro”.
Mis ojos se abrieron como platos. “¿Otra tumba de Jesús? Llévame hasta allí”.

El otro monte Calvario
Cruzamos el barrio árabe-cristiano en dirección a la puerta de Damasco, situada al Norte de la ciudad y, un poco más allá, tras una estación de autobuses, mi guía me hizo prestar atención a una curiosa estructura geológica. “Se trata de una antigua cantera de piedra, conocida por muchos como ‘La Colina de la Calavera’.” De hecho el significado de Calvariae, en latín o Gólgota, en arameo, es la misma: calavera, y hace referencia a la forma que tenía el lugar donde fue ajusticiado Jesús. “Detrás se halla la tumba del Jardín, sígueme” –intervino Arie.
Apresuradamente, nos dirigimos a la entrada del recinto que es regentado por una sociedad creada hace más de un siglo, en 1894. Sus donaciones propiciaron la compra de los terrenos donde se ubica la sepultura que hoy día es frecuentada por cristianos anglicanos y otros grupos menos numerosos.
Cruzamos un cuidado jardín en dirección al Calvario de Gordon, así fue bautizada la colina rocosa que visité anteriormente. Un cartel explicativo con una foto en blanco y negro mencionaba el nombre de su descubridor, el militar británico Charles Gordon y que la forma, así como su ubicación, a las puertas de la ciudad, sirvieron para convencerle, en 1867, que ahí podía hallarse el sepulcro de Jesús.
Varios lugares alrededor de Jerusalén han sido sugeridos como el sitio de la crucifixión y sepultura de Jesús pero solamente dos han merecido una consideración seria. El de la parte cristiana de la ciudad antigua, donde se erige la Iglesia del Santo Sepulcro (ver mapa) y el lugar donde ahora me hallaba. Ambas localizaciones cumplen con los requisitos evangélicos. Me explico.
La Biblia no precisa la ubicación del Calvario. Solamente dice que la crucifixión de Jesús tuvo lugar cerca, pero fuera de Jerusalén (Juan 19: 20; hebreos 13: 12), ya que la ley judía impedía realizar ejecuciones y sepulturas dentro de la ciudad. Por el contrario, sí precisa que se hallaba cerca de un camino transitado extramuros, puesto que los que pasaban se burlaron de él (Mateo 27: 39; Marcos 15:21, 29-30). Los romanos escogían lugares concurridos para que las cruces sirvieran de ejemplo. La crucifixión, pues, tuvo lugar probablemente en una colina, porque tenía la elevación suficiente para hacerla visible desde la distancia.
Las excavaciones arqueológicas han revelado la localización de los muros de Jerusalén en tiempos de Jesús. La Iglesia del Santo Sepulcro está hoy dentro de la ciudad actual porque Herodes Antipas amplió las murallas en el año 41. En el siglo XVI el sultán turco Suleiman el magnífico construyó los muros que hoy podemos contemplar. En el siglo I, pues, la línea de la ciudad estaba al sur del lugar donde se erige la Iglesia del Santo Sepulcro. Lo mismo ocurre con la colina que estaba frente a mi, tal como constataría al día siguiente, examinando la maqueta de Jerusalén que se exhibe el Museo de Israel.
De la tumba o sepulcro, sólo se nos dice que estaba en un jardín cerca del lugar de la crucifixión (Juan 19: 41).
Es evidente que la vegetación y las bellas flores del jardín que ahora me envolvían eran modernas pero, como veremos más adelante, existen evidencias de que aquí había un jardín y una tumba desde hace más de 2.000 años. Sin más dilación encaminé mis pasos hacia ella.

Un sepulcro muy antiguo
Recorrí alrededor de 100 metros, descendiendo por una escalera pude distinguir una tumba esculpida en la roca. Para mi sorpresa no había nadie, sólo serenidad y armonía que contrastaban con el bullicio del sepulcro “oficial”. Me detuve frente a la entrada y reparé en un canal situado en la parte inferior que, indiscutiblemente, sirvió para deslizar una piedra circular que alguna vez sirvió para sellar el acceso. Atravesé la puerta y acomodé mis ojos a la tenue luz que se filtraba por una pequeña ventana abierta en la etapa bizantina. El sepulcro estaba esculpido en la roca. Desde la antecámara pude contemplar, tras una verja de metal negro, tres compartimentos. No eran del tipo kokhim sino lo que se conoce como arcosolios, que encajan mejor con los Evangelios. Sólo uno había sido utilizado. Recordé entonces que La Biblia asegura que José de Arimatea dispuso una tumba nueva cavada en la roca (Lucas 23,53) ¿Era la que contemplaba en ese momento?
Supe más tarde que el sepulcro donde me hallaba fue desenterrado en 1891 y que las primeras comunidades cristianas se reunían allí para rendir culto a la tumba de Jesús. Lo prueba una vieja cruz que me dispuse a fotografiar.
Salí al exterior y, apoyado en una piedra rodante que no pertenecía al sepulcro, dibujé el plano de la tumba en mi cuaderno de notas.
Conmovido por cuanto acababa de ver, al llegar al hotel me senté frente al ordenador y tecleé “Charles Gordon” en Google. El buscador arrojó más de cinco millones de ítems, mas sin embargo sólo un puñado de ellos hacían referencia al descubridor del sepulcro apócrifo de Jesús. Probé de nuevo con “Gordon the garden tomb” y tuve más suerte.
Charles George Gordon -empecé a leer-, general inglés, apodado Gordon Bajá, nació el 28 de enero de 1833 y murió en Jartum, Sudán. Se le recuerda sobre todo por sus campañas en China y en el norte de África. Alumno de la Academia militar de Woolwich, sirvió en Crimea. Después intervino en la campaña de China de 1860 durante la Rebelión Taiping contra los emperadores”. A su regreso de oriente recaló en Palestina y, en 1882 disconforme con la localización del Santo Sepulcro a causa de unos “sueños reveladores” fijó su atención en una colina con forma de calavera. Sus pesquisas dieron fruto y, años más tarde en 1891 se localizó la tumba. Lamentablemente, la única pieza que no encaja en el rompecabezas es la antigüedad porque la forma en que fue esculpido el del jardín revela que es propio de la edad del Hierro, entre el siglo IX al VII antes de Cristo. ¿A qué se refieren las escrituras por “nuevo”, a que había sido terminado de hacer o que no había sido utilizado? Ahí reside el quid de la cuestión.
A pocos metros del sepulcro apócrifo fue hallada una enorme cisterna del siglo I así como objetos propios para el cultivo de la misma época demostrando que allí pudo existir un antiguo jardín en tiempo de Jesús. ¿Era el de José de Arimatea mencionado en las Sagradas Escrituras?

Sólo faltaba el Arca
Al llegar a España y establecer contacto con algunos de los organismos que intervinieron en las pesquisas del Jardín de la tumba me topé con una sorpresa. El arqueólogo autodidacta Ronald Eldon Wyatt visitó el Calvario de Gordon en 1978. Paseaba perpendicular a ella, acompañado de una autoridad local, conversando sobre antigüedades romanas cuando su mano izquierda señaló a la colina utilizada entonces como depósito de basura y dijo: "Ahí esta la Gruta de Jeremías y el Arca de la Alianza está dentro”. Y, sorprendentemente, le autorizaron para llevar a cabo una investigación “Tu la encontrarás” –le dijo su interlocutor.
Comenzó cavando en la línea recta desde el acantilado y halló tres nichos en forma de "repisa" esculpidos en la roca. Ron supuso que se trataba del lugar donde los romanos colocaron los letreros sobre la cruz de Cristo.
Una excavación adicional reveló en la base la existencia de un altar, sugiriendo que allí los primeros cristianos habían erigido una iglesia para venerar el lugar del supremo sacrificio. Esta suposición vino reafirmada por el hallazgo de los cimientos y de una gran piedra circular en el piso. Poseía cerca de 4 metros de diámetro, y aproximadamente 22 centímetros de espesor. Es sabido que piedras de este tipo se hacían rodar en el frente de las cuevas sepulcrales; ¡Pero esta era enorme!
Revisé mi cuaderno y reparé en algo asombroso. El diámetro de aquella piedra no coincidía con la puerta pero sí con la sospechosa forma circular que poseía la pared así como con el espesor del canal por el que debió correr. En otras palabras: La piedra hallada por Wyatt encajaba perfectamente con la tumba del Jardín.
Finalmente, la Ron centró su atención en un agujero situado más arriba, cerca de otros dos. Supuso que, si éste fue el lugar de la crucifixión, se trataría indudablemente del agujero de la cruz. Una piedra cuadrada había sido colocada encima de éste agujero cuadrado, actuando como tapa.
No olvidemos, sin embargo que los investigadores buscaban en realidad una cueva que albergaba el Arca. El fruto de este esfuerzo llegaría, sin embargo, mucho más tarde. Fue en enero de 1982, cuatro años después de que Ron paseara con el Director de antigüedades. Localizó una apertura muy pequeña por lo que le pidió al hijo del árabe co-propietario del terreno, que se introdujera por él con una antorcha. Poco después salió al exterior... pálido.
Excitado, Ron agrandó el paso y se introdujo por el. Movió piedras y tablas de madera secas, que se descomponían al tacto. También halló pieles de animales que cubrían lo que reconoció como la Mesa del pan de la proposición del primer Templo. Continuó avanzando hasta que descubrió una caja de piedra. La tapa se había quebrado y estaba movida hacia un lado. Ron dirigió la luz de su linterna a través de la grieta y vio un Arca forjada en oro. Era el Arca de la Alianza. Wyatt comunicó su hallazgo a las autoridades y asegura que el director le espetó: "Sólo te prometí que la ENCONTRARÍAS. Saldrá a luz cuando sea el momento justo".
Ron fotografió y filmó su hallazgo aunque, sospechosamente, todo el material está borroso y la cueva volvió a ser sellada.

A modo de conclusión
Aunque en el extenso relato de Wyatt hay enormes lagunas he querido compartirlo porque parte de sus trabajos encajan con la tumba del jardín. Como encaja que la colina era ya un lugar tradicional para los sepelios musulmanes, judíos y cristianos, y que en la antigüedad era el lugar donde los criminales eran apedreados hasta morir. En el Mishná es denominado como "Beth ha-Sekelah", literalmente "Casa de Apedreamiento" y recordemos que fue aquí donde Esteban fue apedreado. Der hecho, cerca de allí se erige la iglesia de los Padres Dominicos de la École Biblique. El edifico custodia los restos de la basílica de san Esteban, construida en el s. V. La colina además, fue el lugar reconocido para la ejecución pública de los criminales judíos, tanto es así que a comienzos del siglo XX, escupían, arrojaban piedras y maldecían al "destructor de su nación".
Al final, sin embargo, todo se reduce a una cuestión de fe. Ortodoxos y católicos seguirán acudiendo al Santo Sepulcro de Jerusalén y los protestantes al Jardín de la tumba pero puede que muy pronto haya un tercer grupo, el de los curiosos que no contentos con lo que se cuenta de uno y otro decidan SENTIR por sí mismos

Hawái: Desaparece el Waiau, lago conocido como ´la puerta a otros mundos.






Hawái: Desaparece el Waiau, lago conocido como ´la puerta a otros mundos´
Créditos: USGS
El lago ubicado a 3.970 msnm, es el único de toda la isla que juega un importante papel en ecología y cultura. Los nativos arrojan el cordón umbilical de sus hijos recién nacidos para pedir una larga vida.

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El lago Waiau en Hawái, Estados Unidos, donde los nativos arrojan el cordón umbilical de sus hijos recién nacidos para pedir una larga vida, ha desaparecido y se ha convertido en un pequeño charco.
El lago ubicado a 3.970 metros sobre el nivel del mar, es el único de toda la isla, que juega un importante papel en la ecología y la cultura.
El Waiau es considerado por los nativos como una puerta a otros mundos, un lugar que conecta la Tierra con la esfera espiritual.
Pero, en estos últimos años el lago se ha secado de forma alarmante. Ha encogido de cien metros de anchura y 3 de profundidad en 2009 a menos de 10 metros y unos 20 cm en la actualidad.
Según informa una investigación publicada en la revista EOS, los científicos de la Universidad de Hawái en Hilo y de la Estatal de Idaho han monitorizado los cambios recientes en la geometría del lago utilizando técnicas avanzadas, como el escaneo láser y la fotogrametría.
Los estudiosos concluyeron que el volumen actual del lago es inferior al 1% de su valor normal previo a 2010.
De acuerdo al Observatorio de Volcanes de Hawái, la culpa de la disminución del lago sería la actual sequía que se inició en 2008, aunque quizás también intervengan cambios en el permafrost que puede existir bajo el lago, lo que podría haber alterado el equilibrio de la aguas.

sábado, 5 de abril de 2014


Maniobra de evasión de la Estación Espacial para eludir un trozo de cohete.

Astronauta a bordo de la Estación Espacial
Foto: NASA
MADRID, 4 Abr. (EUROPA PRESS) -
   Los controladores de vuelo de la Estación Espacial Internacional se vieron obligados este jueves a realizar a cabo una maniobra de evasión de escombros espaciales. La tripulación de seis hombres de la Expedición 39 fue informada de la maniobra, nunca estuvo en peligro y no tuvo que refugiarse en sus respectivos vehículos de retorno Soyuz, informa la NASA.
   Decidiendo de una manera conservadora, los controladores de vuelo realizaron una maniobra de evasión de escombros predeterminada (PDAM) para elevar la altura de la Estación Espacial Internacional unos 800 metros y proporcionar un margen extra para evitar cualquier riesgo de colisión por la trayectoria orbital de un mecanismo de despliegue de carga útil gastado de un viejo cohete europeo Ariane 5.
   La NASA y los controladores de vuelo rusos siguieron el Adaptador Sylda en los últimos días antes de decidir de forma conjunta llevar a cabo la maniobra, que utilizó los propulsores ISS Progress55 en el extremo de popa del módulo de servicio Zvezda durante 3 minutos y 40 segundos a las 22.42 GMT de este jueves, proporcionando una reignición para el laboratorio orbital.
   La maniobra no tendrá ningún impacto en el próximo lanzamiento de un nuevo carguero ruso de reabastecimiento el 9 de abril desde el cosmódromo de Baikonur en Kazajistán, que llevará casi tres toneladas de suministros.
Hay que ver que los pelusos estos no tienen ni idea de hacer música.




El genio de Sir Isaac y la naturaleza de la luz



Aberración cromática en un telescopio galileano.
A mediados del Siglo XVII, la física o la filosofía natural, como gustaba de ser llamada por entonces, había atraído la atención de miles de aristócratas (los únicos con acceso a una educación digna) a ambos lados del charco atlántico, especialmente en un Reino Unido que empezaba a perfilarse como potencia mundial conforme la decadencia del imperio español comenzaba a atisbarse en el horizonte. Una de las razones de este súbito interés fue el descubrimiento, pocas décadas antes, de que existían objetos que orbitaban alrededor de cuerpos distintos a la Tierra o al Sol, rompiendo definitivamente la doctrina mágica ligada al geocentrismo y demostrando que era posible acercarse a la descripción del Universo a través del raciocinio y la experimentación.
Este logro, llevado a cabo por Galileo Galilei, fue posible gracias a la invención por parte de este, aunque la historia aún duda de su autoría real o accidental, del telescopio refractor, una herramienta óptica que permitía ampliar considerablemente la imagen de objetos muy lejanos, como son los astros del Sistema Solar, mediante el uso de únicamente dos lentes: la primera de ellas, denominada objetivo, de aumento, similar a la de una lupa; mientras que la segunda, denominada ocular, era exactamente lo contrario, empequeñecía los objetos al mirar a través de ella. Estas dos lentes, colocadas de una manera concreta, permitían construir un dispositivo óptico capaz de aumentar varias decenas de veces las imágenes de la Luna, de Júpiter o de las lunas de este gigante gaseoso.
Sin embargo, el telescopio galileano presentaba varios problemas difíciles de superar para la época. El primero, de tipo ingenieril, pues no existían técnicas artesanas capaces de fabricar lentes más allá de cierto tamaño, lo que limitaba la cantidad de luz que el telescopio puede colectar y por tanto impedía que se observasen objetos más lejanos. El segundo, sin embargo, mucho más curioso.

Configuración de un telescopio de Galileo. La lente de la derecha (aumento) es el objetivo, la de la izquierda (reducción) es el ocular.
Al observar objetos lejanos a través del ocular del telescopio, y por tanto, utilizando el máximo nivel de aumento posible; ocurría una cosa muy curiosa, y es que los colores en la imagen observada se distorsionaban de tal manera que uno de los lados de la imagen se teñía de rojo mientras que el lado opuesto lo hacía de azul, dando lugar a un efecto indeseado que impedía apreciar pequeños detalles en la imagen. Quizás fuese este efecto, conocido como aberración cromática, una de las razones que llevase al más famoso físico inglés de todos los tiempos, Isaac Newton, a investigar la naturaleza de la luz y de los colores, dando nacimiento al campo de la óptica.
En su libro, titulado “Opticks: o un tratado de las reflexiones, refracciones, inflexiones y colores de la luz”, el inglés no sólo enuncia las leyes de la reflexión y refracción de los rayos de luz, que modernamente conocemos como óptica geométrica, sino que también resuelve el problema de la aberración cromática aludiendo a la naturaleza de la luz misma. Lo que Newton descubrió era que la luz de Sol, y por tanto prácticamente toda la luz del Sistema Solar, estaba compuesta en realidad de varios rayos de colores que se mezclaban para dar lugar a un haz de color blanco. Haz que, a su vez, se podía descomponer haciéndole atravesar un material transparente, como el vidrio del que están hechos una lente o un prisma, debido a que cada color salía desviado con un ángulo distinto, mucho mayor el del azul que el del rojo.
Lo que Newton había descubierto con este sencillo experimento sobre la naturaleza de la luz del Sol era lo que a día de hoy llamamos índice de refracción, una propiedad de los materiales que determina cuánto se curva un haz de luz al atravesarlos y que ¡¡varía con la longitud de onda!!, es decir, con el color. Por supuesto, estas variaciones son muy pequeñas en la mayoría de los materiales pero suficientes como para que se noten cuando estamos observando una imagen suficientemente ampliada, como en el caso de observar a través de un telescopio. Así, Newton había descubierto el origen de la aberración cromática y, ni corto ni perezoso se dispuso a solucionarla construyendo su propia versión de telescopio.
La idea del inglés para solucionar la aberración cromática era lo que podríamos calificar de “fuerza bruta”. Puesto que la aberración aparecía al atravesar la luz las dos lentes del telescopio, eliminemos las lentes. Para ello, aprovechó otra propiedad de la luz que había venido a demostrar en su tratado, aunque se conocía desde mucho antes, como es el hecho de que se pueden construir espejos de aumento dándole a la superficie reflectora una forma esférica (realmente parabólica, pero hace falta un espejo relativamente grande para apreciar la diferencia… y es mucho más complicado fabricar una parábola). Así, Newton sustituyó el objetivo del telescopio galileano por un espejo esférico, que denominamos espejo primario, y decidió seguir usando una lente como ocular, puesto que esta podía ser mucho más pequeña y no introducía una aberración tan exagerada como si se utilizaban dos lentes. Además, y pese a que el primer prototipo de Sir Isaac apenas medía 5 centímetros de diámetro y daba unos modestos 35 aumentos, es mucho más fácil fabricar un espejo que una lente, entre otras razones porque sólo hay que pulir una cara, y en pocas décadas los telescopios con espejo alcanzarían tamaños impensables para los reflectores, sobrepasándolos en un orden de magnitud.
Sin embargo, surgía un problema, y es que, como todos os habréis dado cuenta, para ver lo que se refleja en un espejo hay que ponerse frente a él y, por tanto, tapar la fuente de luz y el objeto que se quiere observar, lo cual tira por la borda nuestro objetivo fabricar un telescopio. Pero el ingenio de Newton era inmenso y dió con la solución perfecta para este problema, que se convirtió en el verdadero detalle clave del telescopio tipo Newton. Simplemente colocó un segundo espejo (al que evidentemente se denomina como espejo secundario), plano esta vez, que desviaba la luz reflejada en el espejo primario hacia un lateral. Así, el observador situaba el ocular perpendicular al telescopio y no interrumpía la entrada de luz hacia el espejo primario. Una solución increíblemente creativa para un problema no tan trivial.
De esta forma, el científico inglés no sólo había desarrollado uno de los primeros tratados científicos formales dando luz a un nuevo campo científico sino que se había convertido en el primer ingeniero en aplicar los conocimientos teóricos desarrollados en resolver un problema real de una manera eficiente, haciendo avanzar la tecnología de la época. Es una pena que su telescopio original ya no se conserve, pero los aficionados a la astronomía siempre recordaremos a Newton como el genio al que se le ocurrió poner ese espejito ahí dentro del tubo.
Dicen que Newton, en una carta a Robert Hooke en 1675 escribió “Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes” en referencia al trabajo anterior de muchos grandes hombres que le habían llevado a enunciar la “Ley de la Gravitación Universal”. Es gracioso pensar que, a día de hoy, todos los físicos nos apoyamos en sus hombros, Sir Isaac.

Astrónomos profesionales y aficionados confirman el descubrimiento de un tipo de supernova que no se veía desde 1972 y es una de las más cercanas a la Tierra


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La Galaxia del Cigarro y la nueva supernova / SPA/GPL
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Hace 12 millones de años, cuando la Tierra la dominaban pájaros gigantes y mamíferos que se alzaban más de tres metros, una descomunal explosión termonuclear marcó la muerte de una estrella. La semana pasada, un astrónomo captó por primera vez la luz de esa estrella agonizante, que había recorrido 12 millones de años luz hasta llegar a su telescopio. A pesar de su aparente lejanía, esa estrella acaba de convertirse en la supernova más cercana que se ha descubierto en más de 25 años y pertenece a un tipo que no se había observado en más de 40. En otras palabras, es uno de los acontecimientos astronómicos del año.
“Estoy sorprendido. Llevo 10 años persiguiendo estos objetos”, confiesa Miguel Ángel Pérez Torres, un especialista en supernovas del Instituto de Astrofísica de Andalucía sobre el descubrimiento. “Este tipo se supernovas se denomina 1A y suceden cuando una estrella sufre una explosión termonuclear equivalente a 1,5 trillones de billones de bombas atómicas como la de Hiroshima”, comenta. “Este tipo es entre 50 y 100 veces menos común que la otra gran clase que conocemos, en la que la estrella colapsa sobre sí misma. No creo que vuelva a ver una así en mi vida”, resalta.La nueva supernova ha sido confirmada por un equipo de astrónomos del Instituto de Tecnología de California, en EEUU, y otro observatorio de Italia. Las imágenes recogidas en el Observatorio de Remanzacco han permitido reconstruir el súbito brillo en la Galaxia del Cigarro (M 82), hogar de esta nueva y sorprendente supernova.

Supernovas de Nobel

La importancia de este evento puede ser crucial. El estallido se ha detectado en un punto temprano, lo que quiere decir que su intensidad irá aumentando durante esta semana hasta alcanzar un “pico” de luminosidad. Esto hace que pueda observarse con un telescopio aficionado “de los más pequeños”, según Pérez Torres. El astrónomo duda que la estrella llegue a ser visible a simple vista o con prismáticos.
La estrella pueda observarse con un telescopio aficionado “de los más pequeños”
El hecho de que la supernova esté tan cerca y se haya captado en un momento prematuro va a hacer que “toda la comunidad de supernovas apunte los telescopios a esta estrella. Pérez Torres la usará para saber cómo se origina exactamente este tipo de cataclismo y si hay una o dos estrellas implicadas en las mismas, lo que podrá echar por tierra “toda una familia de modelos científicos”.
Las supernovas 1A son un Rolls-Royce de la astrofísica. La  potente luz de estrellas como estas nos sirven para medir grandes distancias en el universo y calcular su tamaño. Astros de este tipo también sirven para demostrar que la expansión del universo se está acelerando, comenta Pérez-Torres, y que tiene que haber un misterioso ingrediente llamado energía oscura que sea responsable de este proceso. Los tres astrónomos que usaron supernovas para proponer demostrarlo, Saul Perlmutter, Brian Schmidt y Adam Riess, ganaron el Nobel de Física en 2011. La nueva estrella dará posiblemente “hallazgos de primer nivel”, opina Pérez Torres. La supernova más cercana detectada hasta ahora era SN 1987A, pero si solo se tienen en cuenta las 1 A, la última que se detectó fue en 1972 (llamada 1972e).
“Esta supernova es real y hemos podido tomar imágenes de ella”, explica a MateriaErnesto Guido, del Observatorio Remanzacco, una iniciativa de astrónomos aficionados que han observado la supernova hoy mismo. Por ahora el astro se llama PSN_J09554214+6940260 hasta que la Unión Astronómica Internacional mande un telegrama de confirmación con nuevo nombre y descubridor (que ha sido S. J. Fossey).